Tras la vuelta a primera, afrontó el Torneo Inicial 2012 y finalizó Octavo, ya sin Matías Almeyda que fue despedido faltando dos fechas para la conclusión del campeonato para que asumiera Ramón Díaz, ídolo riverplatense. Digamos que fue el cristal “anticríticas” con el que se blindó la Administración de Obama. En 1958, cuando la Selección Argentina fracasó en el Mundial de Suecia, la vieja escuela riverplatense entró en su época más oscura.